Entre el 16 y 18 de septiembre de 1982, las fuerzas
falangistas libanesas masacraron a la población palestina en los campamentos de
Sabra y Chatila. Las tropas israelíes, que en ese momento ocupaban Beirut y
eran comandadas por Ariel Sharon como ministro de Defensa, permitieron la
entrada a los campamentos de las milicias derechistas. Publicamos a
continuación fragmentos del Informe Kahan, elaborado por una comisión israelí
que trató de encubrir la responsabilidad de Tel Aviv y de Sharon, en esa
matanza que conmovió a la Humanidad.
36
HORAS DE MUERTE Y SILENCIO
La matanza comenzó a las seis de la tarde del
jueves 16 de septiembre de 1982, cuando el ejército israelí facilitó el ingreso
de más de 300 elementos de las milicias derechistas, Fuerzas Libanesas, al área
de los campamentos de Sabra y Chatila en una operación que, según alegara más
tarde Tel-Aviv, pretendía eliminar unos dos mil combatientes palestinos que
Arafat había dejado atrás en los campamentos de refugiados. Esos alegatos eran
totalmente infundados.
La masacre prosiguió hasta las ocho de la mañana
del sábado 18 de septiembre, o sea más de 36 horas de asesinatos en medio del
total, absoluto y hermético silencio de Israel.
Después de 28 años aún se mantiene la incógnita en
torno al número exacto de víctimas civiles de aquella matanza y lo más probable
es que nunca se sepa, ya que los estimados de los aparatos israelíes de
inteligencia militar calculan una cifra de entre 700 a 800 palestinos ultimados
durante la criminal acción. Mientras fuentes palestinas estiman la muerte de varios
miles, entre ellos niños, mujeres, incluso embarazadas, y ancianos que fueron
vejados de las peores maneras y algunos apuñalados, pasados por las bayonetas y
destrozados antes o después de ser asesinados.